"El hijo del hombre"
René MAGRITTE
- Hay placeres que no deberían compartirse, como ir al cine, al teatro … o a la pileta -
Durante cinco minutos, no podíamos parar de pensar …
ni de escribir.
Me
siento en la última mesa del bar. Hay algo en ese rincón solitario que me parece
absolutamente irresistible; lo escojo entre todos, entre todos los rincones
solitarios de este lugar empachado de posters noventosos y música electro pop.
Mi mesa es amplía, tiene un frasquito de azúcar voluptuoso y un arbolito en el
centro que brilla de lo verde verdoso. Verde manzana, verde verdad. El sillón
tiene un patrón de mapamundi y suena –puff- cuando me siento; lo hago una y
otra vez, puff, puff, puff. Detrás mío ladrillos rojos, una pared completamente
desnuda apenas cubierta en los extremos por un telón de terciopelo bordó y un
cuadro vulgar de una chica que grita y sostiene una corona de diamantes en su
cabeza. Pienso en Andy Warhol y en el
teatro isabelino. “Parting is such sweet sorrow that I shall say good night till it be
morrow”. Al lado mío un hombre de ojos negros y pantalones de
pana. Lee algo que no alcanzo a
distinguir. Son fotocopias empastadas. De vez en cuando ríe, lee, ríe de nuevo,
subraya algo en las páginas y sigue riendo. Son
las tres de la tarde y el silencio amenaza con desaparecer a un ritmo violento. Es
la multitud. Eureka. Un chico de rulos y pantalones ajustados entra caminando
por la puerta de vidrio como si bailara un tango, a su lado un chico de
tatuajes y mohawk afilado que va gritando sin mesura sus recuerdos de una
fiesta clandestina, agita sus manos, de arriba a abajo y de manera espasmódica, por
un momento todo se detiene, - qué lindo, tiene ojos azul menta-. Detrás suyo
una pareja de fisiculturistas, entran riendo con festejo escandaloso, sus
músculos brillan bajo las lámparas amarillas; brillan, they shine, they´re made of sparks. Al
fondo los extranjeros, charlan en una lengua intermedia,
casi ininteligible, aquello no es ni norte ni sur pero a nadie le importa.
Gesticulan en exceso y cada tanto se detienen a tomar el café. Su calidad de
extranjeros se revela con ternura en la suela molida de sus zapatos. Quiero levantarme y darles un abrazo. UN LAPSO. Suena
Katy Perry.
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