martes, 29 de julio de 2014

Me encuentro

Luis Alberto Spinetta

Me encuentro en la cama, enredada entre sábanas viejas, 
oliendo la almohada que se incrusta en mis fosas nasales. 
Me muevo libre, 
sin miedos ni disimulos. 
Girando una y otra vez hasta encontrar la posición que me busca para dormir. 
Me encuentro en la cama, 
y es en ella donde me gustaría descubrirte.

Corina Bistritsky

lunes, 21 de julio de 2014

Monólogos de un verdugo



"Heart of gold"
Neil YOUNG

Un hombrecito me mira desde lejos. 
Sus ojos completamente perdidos en un lugar sin retorno. 
Solo, se ríe lleno de tristeza y angustia. 
En sus manos, 
con delicadeza, 
va cargando a su verdugo. 
 - Gracias Charles por esta mañana - 

Soy tu desarrollo poético excesivo aunque frecuentemente progresivo y fatal. La mayor de tus dependencias, tu gusto de hombre frenético por todas las sustancias sanas o peligrosas. Soy la adicción que palpita en tus venas y vomita en tu garganta. Vergüenza y pena de tu alma, soy tu síndrome de abstinencia mi querido esclavo y acreedor. Yo siempre voy a estar ahí hombre, excitando tus esperanzas y elevándote al infinito.  Porque cuando me miras me deseas, me acaricias, me olfateas. Me penetras, me chupas, me masticas, me tanteas. Sé que te fascino, que te disgrego, que te aletargo, que te asesino. Pero nunca he de ser ingrato contigo amor mío, sé que te debo la vida. Me has dado todo y te recompensaré. Y es que siento una dicha extraordinaria cuando caigo en el fondo de tu mente sedienta. Me alimento en ti hombre. Me derramo en el fondo de tu garganta como una ambrosía vegetal. Me inyecto en tu venas, atravieso tus fosas, penetro a tu esposa y destrozo tu alma, pero mientras, fertilizaré esas arrugas cavadas en ti dolorosamente.
¡Qué verídica y ardiente es esa demencia que extraes gota a gota de mi hombre! Como te seducen mis voluptuosidades fulminantes y mis irritantes encantos. No seas demasiado corpóreo, tendrás que abrirme tus poros para comenzar a disgregarte un poco. La dicha puede volverte suave pero no tengas el valor despiadado de condenarme a la muerte.
Juntos tu y yo, vicio y hombre, seremos como los dioses y revolotearemos hacia el infinito como los pájaros, las mariposas, los hijos de la Virgen y todos los seres alados. ¡Nuestra unión hombre! ¡Nuestra íntima unión creará la más bella de las poesías!

lunes, 14 de julio de 2014

NOS VAMOS A EVAPORAR



"Buffalo 66" 
Vicent Gallo

-Tengo frío.
-Ponete así. Me gusta tenerte así.
-La pierna. Acá. Así.
-¿Estás bien?
-¿Y vos?
-Muy.
-Ah.
-¿De qué te reís?
-Para mí, fue una sorpresa. Quiero decir: después. Me parecía increíble que el mundo no hubiera cambiado. Me miré al espejo y yo tampoco había cambiado y me mordía los labios. Quise estudiar y no pude. Quise estar con mis amigas y no pude. Quise escribir cartas, quise trabajar. Quise dormir y tampoco pude.
-¿De eso te reís?
-No me bañé. Tenía tu olor en todo el cuerpo.
-¿De eso?
-No, no. Después te digo.
-Ahora.
-No, después.
-No me interesa.
-Entonces te lo digo. Lo bien que me caés. Eso.
-¿Eso? ¿Y entonces yo?
-¿Qué?
-Mucho más que eso. Contigo no siento miedo de nada.
-Mirá que no soy una santa. Me como las uñas. Te advierto.
-El miedo es una porquería.
-Y sí. Pero, ¿quién no siente miedo?
-¿Vos sentís?
-No tires ahí la… No seas chancho.
-¿Miedo de qué? ¿De que estemos así, como estamos?
-No sé. O sí sé. Siento, como cualquiera.
-Pero juntos, no. Juntos estamos a salvo. Al miedo lo ponemos bajo la suela del zapato y crash: lo aplastamos como a una porquería.
-Oigamé, Pirata. Prometamé, Pirata.
-La escucho. Prometo.
-¿En serio?
-Sí.
-Nunca vamos a dejar que esto se pudra. ¿Eh? No vamos a permitir nunca que esto se pudra.
-¿Nada más que eso? Es fácil.
-No.
-¿No qué?
-No es nada fácil.
-Si usted lo dice.
-Y nunca nos vamos a lastimar. ¿Nos prometemos eso? Es peligroso.
-¿Dejar el cuero en el alambrado?
-Algo así. Puede ser.
-Tanta alegría. Es un regalo. ¿Por qué nos vamos a joder? No me gusta que te pongas solemne.
-¿Qué hora es? Uy, hace dieciocho horas que estamos por levantarnos.
-Nos vamos a enfermar.
-Tendríamos que levantarnos.
-Nos vamos a evaporar.
-¿No íbamos a ir al cine?
-¿Cuándo fue eso? ¿Ayer? ¿Anteayer?
-¿No ibamos a bajar a comer?
-Sí. Tendríamos que levantarnos.
-Esto es mejor que Buster Keaton.
-Esto es mejor que todo.
-No hay nada que…
-Ponete así. Así. Me gusta dormir así.
-Vas a dormir.
-No. Zonzo. Quiero que te quedes. Quedate. Quiero.
-Yo también quiero. Cuando era chico, me alcanzaba con querer una cosa con muchas ganas, para que ocurriera. Cerraba los ojos, pensaba con todas mis fuerzas en eso que quería y zácale: ocurría.
-Cuándo yo era chica, lo que quería era un telescopio.
-¿Uno de esos grandes, que usan los astrónomos?
-Uno enorme. Yo lo había visto en el museo. Como no tenía telescopio, siempre me parecia que se había escapado alguna estrella.
-¿Y eso te importaba?
-Vivía deseando que se viniera la guerra. Una guerra bien grande, para mezclarme con los japoneses y robarme el telescopio. Alguien iba a romper los vidrios a patadas y yo iba a aprovechar y me iba a escapar corriendo con el telescopio entre los brazos. Pero solita no me animaba.
-Hubieras probado.
-¿Y vos?
-¿Yo? Yo era católico, cuando chico.
-¿Como es creer en Dios Mariano? Nunca creí.
-Como creer en la revolución, me imagino. Te da la misma alegría y la misma sensación de no estar solo. Cuando era chico, yo no sentía miedo nunca. Pero un buen día… No, nada.
-Me gusta escucharte.
-Nada.
-Andá, no seas malo.
-Dame un cigarrillo.
-Esperá, no apagues.
-Quiero decir que un buen día lo buscás y no está. Quiero decir: perdés a Dios como se pierde una cosa. Algo que se cae del bolsillo. Como se pierde un encendedor, así.
-Para mí, Dios era un señor de barba que metía miedo a los demás.
-Para mí no.
-Ya veo.
-Era mucho más que eso, para mí. Todavía no sé con qué se rellena ese agujero.
-Ahora es usted el que se puso solemne, Pirata.
-Puede ser, perdona.
-Pero… Mariano. Estás triste. Te vino la tristeza.
-No.
-¿No qué?
-No estoy triste.
-Sí estás.
-Sí. Estoy.
-No hay que hablar tanto.
-No.
-Uno no debería.
-Se arruina todo por culpa de las palabras.
-Sí.
-Mirá.
-¿Qué?
-Los pájaros, en la ventana.
-Hace rato que vienen pasando.
-Se va a venir tormenta, me parece, y nos vamos a mojar.
-Sí. Al irnos, nos vamos a mojar.

"La Canción de nosotros"
Eduardo Galeano. 

martes, 8 de julio de 2014

LLORO

"La flor de mi secreto"
Pedro Almodóvar 
1995

Lloro, en la punta de la mesa, con los ojos hinchados y los pómulos ardidos.
Lloro en la puerta del baño, y me veo de reojo en el espejo.
Lloro antes de dormir, al costado de la cama, con la frazada tendida tirante.
Lloro cuando me despierto, con las sábanas revueltas.
Lloro sola, y lloro con ganas.
Lloro mientras alguien relata un gol.
Lloro parada en el medio del mundo y me tapo la cara.
Lloro porque no tengo más paciencia.
Lloro pensando en lo bueno que sería no pensar tanto.
Lloro esperando una respuesta.
Lloro mientras me peino.
Lloro en el supermercado, mientras elijo arvejas congeladas.
Lloro lento y despacio, y se me acumulan respiraciones.
Lloro sintiéndome nada.
Lloro y me cuesta hablar.
Lloro cada vez, aunque no esté llorando.
Lloro ya sin lágrimas, porque las consumí todas y no me queda más agua en el cuerpo.
Lloro descompuesta y con dolor de cabeza.
Lloro sumergida en la bañera sin espuma y con restos de rímel en todo el cuerpo.
Lloro y no encuentro una imagen por la cual dejar de hacerlo.
Lloro confundida.
Lloro despierta y dormida.
Lloro hundida en el pasto de una plaza, que me abraza sin querer.
Lloro en el medio de la avenida, mientras un semáforo en verde le da vía libre a mi angustia.
Lloro si pienso en un mundo sin poesía.
Lloro y en cada suspiro pierdo una sonrisa, y soy consciente de eso.
Lloro mordiéndome el alma.
Lloro atravesada por su espada.
Lloro, y si no lloro me da lo mismo, entonces lloro más.
Lloro en un solo grito.
Lloro para que me den un abrazo.
Lloro porque rechazo algunos abrazos.
Lloro porque me falta una energía, la del que me hace llorar.
Lloro porque tengo que llorar, y largarlo todo…
Lloro porque llueve, y porque no llueve.
Lloro descalza y me agarra frío, estoy muerta de frío.
Lloro porque antes de llorar reía. 
Lloro, y para cuando termine de escribir mis razones dejaré de llorar.

lunes, 7 de julio de 2014

El abrazo



Marina Abramovic y Ulay (Frank Uwe Laysiepen)
Relation in Time
1977

Fragmentos de un discurso amoroso: El abrazo
Por Roland Barthes

"Fuera del acoplamiento (¡al diablo, entonces, lo imaginario!), hay ese otro abrazo que es un enlazamiento inmóvil: estamos encantados, hechizados: estamos en el sueño, sin dormir; estamos en la voluptuosidad infantil del adormecimiento: es el momento de las historias contadas, el momento de la voz, que viene a fijarme, a dejarme atónito, […] todo está entonces suspendido: el tiempo, la ley, la prohibición; nada se agota, nada se quiere.  […] He sido colmado (todos mis deseos abolidos por la plenitud de su satisfacción): la saciedad existe, y no me daré tregua hasta hacer que se repita: a través de todos los meandros de la historia amorosa me obstinaré en querer reencontrar, renovar, la contradicción -la contracción- de los dos abrazos."