miércoles, 5 de marzo de 2014

El Campo




El sonido del agua entrando en la yerba que, seca y fría, espera la tibieza. El horizonte interminable amarillo de girasoles que brotan de la tierra. Un chancho desde el chiquero mira enamorado a la oveja que jamás le corresponderá su amor. El agua fresca del molino, la tranquera vieja y pesada, los fardos de pasto rodando solitarios. Un tractor que remueve la tierra hundiendo sus garras en ella, sin culpa por provocarle dolor, creyendo que no le duele porque no sangra, y el susurro lejano de una ruta provincial pasaron a un segundo plano el día que él, con sus apenas trece años, tocó por primera vez una teta, y aunque no fue la de una mujer, él se sintió hombre.

                                                                                     Julieta Bonaiuto De Ana

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